el discurso menos creido


BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPÍRITU.

¿Qué significa ser pobre en espíritu? Permítanme una vez más decirles lo que no es. Ser 'pobres en espíritu' no quiere decir que deberíamos ser desconfiados o nerviosos, ni tampoco significa que deberíamos ser tímidos, débiles o flojos. Hay ciertas personas, es cierto, que, en reacción contra esta seguridad en sí mismos que el mundo y la Iglesia describen como 'personalidad', creen que significa precisamente eso. Todos hemos conocido personas que son naturalmente discretas y quienes, lejos de imponer su presencia, siempre se quedan en segundo término. Son así de nacimiento y quizá sean también naturalmente débiles, tímidos y sin valor. Antes pusimos de relieve el hecho de que ninguna de estas cosas que se indican en las Bienaventuranzas son cualidades naturales. Ser 'pobres en espíritu,' por tanto, no significa que uno nazca así. Descartemos de una vez por toda esa idea. Además, ser 'pobres en espíritu' no es suprimir la personalidad. También esto es muy importante. Hay quienes estarían de acuerdo con todo lo que hemos dicho pero que interpretarían el ser 'pobres en espíritu' de esta forma; recomiendan al hombre la necesidad de sofocar la personalidad propia. Estamos frente a un tema importante que se podría ilustrar con un ejemplo. Lo que estamos considerando se ve en la historia de Lorenzo de Arabia. Recordarán que con el afán de destruirse a sí mismo y de sofocar su propia personalidad llegó incluso a cambiarse el nombre por el de 'Aviador Shaw' — es decir un simple miembro de la Real Fuerza Aérea Británica. Recuerdan quizá que murió trágicamente en un accidente de bicicleta, y que fue exaltado como ejemplo magnífico de humildad y auto abnegación. Ahora bien, ser pobre en espíritu no quiere decir que haya que cambiar el nombre y atormentarse a sí mismo ni tomar una personalidad diferente en la vida. Esto es completamente antibíblico y anticristiano. Esta conducta suele impresionar al mundo, porque lo consideran maravillosamente humilde. Se darán cuenta de que se presenta siempre la tentación sutil de pensar que el único que es verdaderamente 'pobre en espíritu' es el que hace un gran sacrificio, o, como hacen los monjes, se aísla de la vida y sus dificultades y responsabilidades. Pero esto no es lo que indica la Biblia. No hay que aislarse de la vida para ser 'pobre en espíritu'; no hay que cambiar de nombre. No; es algo en el terreno del espíritu.
Podemos ir más allá todavía y decir que ser 'pobres en espíritu' ni siquiera es ser humilde en el sentido en que se habla de la humildad de los grandes sabios.

Hablando en general, el pensador verdaderamente grande es humilde. Es el 'saber poco' lo más 'peligroso.' Ser 'pobres en espíritu' no significa eso, porque esa humildad la produce el estar consciente de la inmensidad de lo que queda por a-prender y no es por necesidad una humildad genuina de espíritu en el sentido bíblico.
Si éstos son los aspectos negativos del ser 'pobres en espíritu', ¿cuál es el positivo? Creo que la mejor manera de contestar esta pregunta es con la Biblia en la mano. Es lo que dijo Isaías (57:15): 'Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.' Esta es la cualidad espiritual, y de ella se encuentran innumerables ilustraciones en el Antiguo Testamento. Fue el espíritu de un hombre como Gedeón, por ejemplo, quien, cuando el Señor le envió un ángel para decirle lo que iba a hacer, dijo, '¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manases, y yo el menor en la casa de mi padre.' No estamos frente a un hombre servil, sino ante un hombre que realmente creía lo que decía y que se estremecía ante el solo pensamiento de grandeza y honor, y pensaba que era increíble.

Fue el espíritu de Moisés, quien se sintió del todo indigno de la misión que se le encomendó y estuvo consciente de su incapacidad e insuficiencia.

Se encuentra en David, cuando dijo, 'Señor, ¿quién soy para que vengas a mí?'

Se ve en Isaías exactamente en la misma forma. Al tener una visión, dijo, Soy 'hombre de labios inmundos.'

Esto es ser 'pobre en espíritu,' y se encuentra en todo el Antiguo Testamento y a lo largo de toda la Biblia.

(tomado del libro "el sermón del monte" de Martin Lloid Jones.)

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