Si tomamos toda la bondad, la sabiduría y la compasión
de las mejores madres y padres que han vivido,
serían sólo u
na sombra del amor y la misericordia
que hay en el corazón del Dios redentor.
Brennan Manning en
La Firma de Jesús
“¡El viejo es tonto! Y mi hermano también. ¡Nos vemos!” Si esas no fueron sus palabras, al menos, así lo expresó con su actitud. ¡Cómo debió complacerle que su padre le diera la parte de la herencia que había exigido! Fue finalmente libre de su padre y del duro trabajo en la granja familiar. Con más dinero del que podría gastar durante toda su vida, salió a encontrarse a sí mismo en un mundo lleno de oportunidades.
Pero no todo salió como esperaba. ¡Con qué rapidez sus excesos y placeres devoraron su dinero! Después, cuando una grave hambruna azotó el país donde estaba, tuvo que
usar lo que le quedaba para sobrevivir. Pero incluso llegó a quedarse sin nada, y tuvo que venderse como esclavo a un amo que alimentaba a su ganado mejor que a sus siervos Un día se encontró comiendo la porción de loscerdos, ysólo entonces pensó en su casa de nuevo. Esta vez no menospreciaba el hogar, anhelaba estar allí. Se preguntó si sería posible volver allí de nuevo. Tradicionalmente a esta historia se la llama la “Parábola del Hijo Pródigo” y es una de las narraciones de Jesús más conmovedoras. Ha sido contada una y otra vez, porque es muy fácil identificarse con el hijo y con la misericordia que recibió a pesar de su arrogancia y estupidez.
Al llamarla el Hijo Pródigo, sin embargo, perdemos el foco central de la parábola. El pródigo era sólo uno de los dos hermanos, cada uno de los cuales lidiaba con un alejamiento de su padre, aunque en maneras muy diferentes.
El personaje central es el padre, y por este motivo me gustaría que la llamáramos la “Parábola del Padre Increíble”, porque Jesús usó esta historia para pintar un retrato de su Padre, y créanme, este no es como ningún otro padre que jamás hayas conocido.
¿Qué clase de padre es este?
Cualquiera que haya escuchado esta historia por primera vez, podría extrañarse con las acciones del padre, su
arrogante hijo lo deshonra pidiéndole su herencia mientras el padre aún vive, todo indicaba que todavía estaba lejos de las puertas de la muerte. ¿Qué clase de hijo reclama su herencia mientras su padre aún vive? ¿Cómo se atreve incluso a preguntar tal cosa? Aunque su petición fue cruel, podemos entenderla. Todos sabemos lo que es querer tener el dinero de papá, pero la mayoría de nosotros somos demasiado educados como para ir más allá del deseo. Sin embargo este padre es el que desafía la comprensión.
¿Qué responde el padre a la escandalosa petición? Le da al hijo lo que le pide. Esta respuesta es aún más sorprendente que la petición del hijo. Divide la herencia entre sus dos hijos y le permite irse. ¿Cuántos padres harían esto, sobre todo sabiendo que su hijo no es nada bueno?
¿Qué clase de padre es este?
El hijo derrocha su herencia en sus propios placeres, en vez de invertir para el futuro. Pero el padre no va a
regañarlo. Por último, pierde todo y termina en la miseria. Pero el padre no trata de rescatarlo.
¿Dónde está el padre? Éstá en la granja, esperando. No persigue a su hijo para decirle que es tonto, ni corre a
comprarle comida cuando le golpea la hambruna. Él espera.
¿Qué clase de padre es este?
¿Es indiferente al sufrimiento de su hijo? Cualquier padre que ha visto a su hijo o hija tomar malas decisiones, sabe que la espera es mucho más difícil que ir en su auxilio o regañarle. Pero lo que hace este padre es esperar, para permitir que algo maravilloso suceda: que su hijo vuelva en sí. Encontraremos pronto, sin embargo, hasta qué punto esa espera fue angustiosa.
Años más tarde, cuando el hijo regresa, el padre lo divisa cuando él todavía estaba muy
lejos. Esto solamente podía ocurrir porque el padre había estado constantemente mirando el horizonte por si
regresaba su hijo. Probablemente nunca andaba por el camino sin mirar más allá, con la esperanza de que, contra todo pronóstico, ese fuera el día en que su niño regresara a casa. Puedo verlo con un ojo puesto en su trabajo y el otro en el camino, en busca de los andares de su querido hijo.
Un día lo ve, muy delgado por el hambre que ha pasado y hundido en la humillación. "¡Es él!, ¡es mi hijo!".
¿Qué hace ahora?, ¿se queda de pie en el patio con los brazos cruzados, esperando a que su hijo recorra todo el camino hasta casa humillado y caiga en el suelo rogando por su comida? Eso es lo que yo podría haber hecho. Incluso hubiera practicado mi discurso: “Espero que hayas aprendido la lección”. Pero este padre, no.
Sin dudar, el padre salta fuera del porche y corre por el camino. Esto todavía es más sorprendente cu
ando recordamos cómo iba vestido. No llevaba pantalones, sólo una engorrosa túnica. En ese tiempo, era deshonroso para un hombre mayor correr, mostrando sus piernas. Pero este padre una vez más muestra su amor sacrificando su propia dignidad por deferencia a su hijo. Se subió la ropa y se dirigió por el camino tan rápido como podía correr.
¿Qué clase de padre es este?
¿Se imaginan lo que su hijo debió pensar cuando miró y vio a su padre abalanzándose sobre él? ¿Estará mi padre alegre o enfadado? Debía esperar más esto último, y ya tenía un discurso preparado para antes de que su padre le dijera nada: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como uno de tus siervos”.
Pero sus palabras no fueron oídas por el padre, quien llegaa su hijo con abrazos y besos de alegría.
Ni un toque de ira sale del padre, ni hablar sobre su oferta para ser su siervo. Le embarga la alegría,
el hijo que siempre había amado había encontrado el camino a casa.
Ni un toque de ira sale del padre, ni hablar sobre su oferta para ser su siervo. Le embarga la alegría,
el hijo que siempre había amado había encontrado el camino a casa.
Momentos más tarde llegan los sirvientes del padre.Debieron haberlo visto correr por el camino y lo
persiguieron,
ansiosos por ver lo le haría a su egoísta hijo. Qué impacto debió ser ver aquella celebración.
El padre les decía: “Traigan una túnica, un anillo y un nuevo par de
persiguieron,
ansiosos por ver lo le haría a su egoísta hijo. Qué impacto debió ser ver aquella celebración.
El padre les decía: “Traigan una túnica, un anillo y un nuevo par de
sandalias. Enciendan el fuego y vamos a prepararnos para celebrar una fiesta”.
¿Una fiesta? ¿Por el hijo que ha dilapidado la herencia familiar en sus propios placeres?
¿Cómo puede ser esto?
¿Cómo puede ser esto?
¡El hijo merece un castigo, no una fiesta!
¿Qué clase de padre es este?
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