¿QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE?

GUIA DE MUSEO
Hace muchos años, conocí a un joven guía del museo de arte. Era joven, talentoso, inteligente, pero algo torpe. El solo tenía que dirigir a la gente a los cuadros, responder preguntas y luego apartarse del medio.
Al principio lo hizo muy bien.
Llevaba a la gente hasta los tesoros enmarcados, identificaba a los artistas, y se quedaba afuera de la vista.
- “Este es un Monet”, decía y se retiraba.
- “Este es un Rembrandt” y daba un paso atrás.
Un trabajo sencillo y encantador. Pero al cabo de un tiempo se olvidó cuál era su papel y comenzó a pensar que la gente iba a verlo a el. En lugar de dar un paso atrás, se quedaba al lado del cuadro. Incluso hasta decía: “Gracias”, por obras que el no había realizado. Poco a poco, asomaba su brazo por encima de los cuadros. Hasta que su cuerpo bloqueaba la obra entera. La gente lo veía el pero no podía ver al cuadro. Y ocultaba la misma obra que había sido enviado a revelar.
Fue cuando su Jefe le dijo:
- “No se trata de ti, Dante. No ocultes mis obras de arte, solo eres un simple guía”.

No saben cuánto tiempo me lo tuvo que recordar. Cuando era mas joven y fui llamado a mostrar un cuadro, mas de una vez estuve tentado a eclipsarlo. Las primeras veces que prediqué ante un gentío, la gente quería tocarme, sacarse fotos conmigo. Y mis pies, sin querer, se deslizaban un par de pasos hacia el cuadro.
Ahora estoy mas experimentado. Mas viejo y un tanto menos torpe. Suelo decirle a la gente: “¿Para qué te sirve una foto conmigo? Soy solo un guía; observen el cuadro, por favor!”.
Aunque Dios te use muchísimo, recuerda siempre que la gente no se saca fotos con los guías de los museos ni le pide autógrafos. Somos simples guías, sencillos pilotos de un avión que no hacemos volar, solo lo llevamos a destino.

Dante Gebel.

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