EL SACRIFICIO DE ELIAS



Como el profeta Elias, que retando a los profetas de Baal, colocó la carne sobre el asador. Asi nosotros, si queremos ver el fuego de Dios en nuestras vidas,  debemos disponer nuestro corazón, extender a él nuestras manos y poner nuestra vida en el altar del sacrificio. Y ya solo nos quedará esperar que Su fuego descienda sobre nosotros y devore hasta el agua de los despropósitos, equivocaciones y sinsabores de nuestras vidas.

No temas, tienes todo lo necesario para hacer que el poder de Dios se manifieste en tu vida, solo hay que dar pequeños pasos y aventurarse a lo desconocido, el temor es inevitable:
  •  tenemos temor de que Dios no responda con fuego y quedar en ridículo, a riesgo incluso de nuestra vida.
  • Tenemos temor de no estar a la altura y pensar que no somos dignos de que Él se tome el tiempo en venir a socorrernos.
  • Tenemos temor de las represalias que puedan tomar nuestros enemigos si lo molestamos demasiado.
Pero aunque todo ello es verdad, lo peor es que después de una gran victoria siempre viene el desierto y la soledad, lo mismo que le pasó a Jesús, Elias, Moisés,  José y tantos otros. Que fueron probados en su fe, en su escasés o en su derrota. Pasaron la prueba victoriosos y luego tuvieron que ser de nuevo probados en la abundancia y el éxito, siendo incomprendidos o perseguidos, o, como en el caso de Elias, llevado al desierto del desánimo.

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