Como el profeta Elias, que retando a los profetas de Baal, colocó la carne sobre el asador. Asi nosotros, si queremos ver el fuego de Dios en nuestras vidas, debemos disponer nuestro corazón, extender a él nuestras manos y poner nuestra vida en el altar del sacrificio. Y ya solo nos quedará esperar que Su fuego descienda sobre nosotros y devore hasta el agua de los despropósitos, equivocaciones y sinsabores de nuestras vidas.
No temas, tienes todo lo necesario para hacer que el poder de Dios se manifieste en tu vida, solo hay que dar pequeños pasos y aventurarse a lo desconocido, el temor es inevitable:
- tenemos temor de que Dios no responda con fuego y quedar en ridículo, a riesgo incluso de nuestra vida.
- Tenemos temor de no estar a la altura y pensar que no somos dignos de que Él se tome el tiempo en venir a socorrernos.
- Tenemos temor de las represalias que puedan tomar nuestros enemigos si lo molestamos demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario