EL HOMBRE ENJAULADO

El progreso del peregrino:

Hay una terrible historia que se narra en este libro;  trata de un hombre enjaulado y Cristiano entabla una conversación con él.

En ese momento se da cuenta de que el hombre enjaulado está sufriendo una tremenda angustia porque se da cuenta de que hay un juicio y que él no puede arrepentirse y salir de esa jaula para huir de él, y no puede arrepentirse no porque Dios no le pueda perdonar, sino porque no siente ese pesar de haber ofendido a Dios, ha perdido el precioso don del arrepentimiento. Es lo más terrible que nos puede pasar.

"Le respondió Intérprete a Cristiano—; aún tengo que mostrarte algunas cosas. —Y
tomándole de la mano le llevó a un cuarto oscuro, donde había un hombre
encerrado en tina jaula de hierro. Su semblante revelaba profunda tristeza; sus ojos
estaban fijos en la tierra; sus manos cruzadas, al mismo tiempo que profundos
suspiros y gemidos indicaban la tortura de su corazón.
— ¿Qué es esto?—dijo asombrado Cristiano.
— Pegúntaselo a él mismo —le respondió Intérprete.

 CRIST. — ¿Quién eres tú?
ENJAULADO. — ¡Ah! En otro tiempo hice profesión de cristiano, y prosperaba y
florecía a mis propios ojos y a los ojos de los demás. Me creía destinado a la Ciudad
Celestial, y esta idea me llenaba de grande regocijo. Pero ahora soy una criatura de
desesperación; encerrado en esta jaula de hierro, no puedo salir, ¡ay de mí!, no
puedo salir.
CRIST. — Pero ¿cómo has llegado a este estado tan miserable?
ENJ. — Dejé de velar y de ser sobrio, solté la rienda a mis pasiones, pequé contra lo
que clara y expresamente manda la palabra y bondad del Señor; entristecí al Espíritu
Santo, y éste se ha retirado; tenté al Diablo, y vino a mí; provoqué la ira de Dios, y el
Señor me ha abandonado; mi corazón se ha endurecido de tal manera, que ya no
puedo arrepentirme.
CRIST. — ¿Pero no hay remedio ni esperanza para ti? ¿Habrás de estar encerrado
siempre en esa férrea jaula de desesperación? ¿No es infinitamente misericordioso el
Hijo bendito del Señor?
ENJ. — He perdido toda esperanza. He crucificado de nuevo en mí mismo al Hijo de
Dios, he aborrecido su persona, he despreciado su justicia, he profanado su sangre,
he ultrajado al Espíritu de gracia; he aquí por qué me considero destituido de toda
esperanza, y no me restan sino las amenazas terribles de un juicio cierto y seguro, y la
perspectiva de un fuego abrasador, de cuyas llamas he de ser pasto. A este estado me
han traído mis pasiones, los placeres e intereses mundanos, en cuyo goce me prometí
en otro tiempo muchos deleites, pero que ahora me atormentan y me corroen como
un gusano de fuego.
INTÉRP. — Pero, ¿no puedes aún al presente volverte a Dios y arrepentirte?
ENJ. — Dios me ha negado el arrepentimiento; en su palabra no encuentro ya
estímulo para creer; es el mismo Dios el que me ha encerrado en esta jaula, y todos
los hombres del mundo juntos no me podrán sacar de ella. ¡Oh, eternidad,
eternidad! ¿Cómo podré yo luchar con la miseria que me espera en la eternidad?
INTÉRP. — Cristiano, nunca eches en olvido la miseria de este hombre; que te sirva

de recordatorio siempre y de escarmiento y de aviso.
 CRIST. — ¡Terrible es esto! Concédame el Señor
su auxilio para velar y ser sobrio, y pedirle que no permita el que yo llegue algún día a
ser presa de tamaña miseria.
"

Quiera Dios que hasta el presente podamos sentir ese dolor intenso cada vez que ofendamos a Dios y a su Palabra y que esa tristeza nos lleve a caer de rodillas y clamar "he pecado contra el cielo y contra ti..."

2 Corintios 7:10

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