La fe se mueve en el miedo.


ningún acto de fe nace en un mar tranquilo. Todos los desafíos de fe que hemos escuchado alguna vez nacen del temor a ser destruidos o a perder algo.

Pedro pidió a Jesús que caminara sobre las aguas porque estaba atemorizado. Conocía bien las tormentas de aquel mar, sabía que muchos colegas habían perdido la vida en estas tormentas. Si se quedaba en la barca iba a morir ahogado, si se lanzaba al agua iba a salir malparado, pero si intentaba seguir a Jesús podría tener una oportunidad. El miedo le hizo sacar una pierna de la barca y solo entonces sintió el empuje sobrenatural de Dios desafiando la ley de la gravedad, ¡anduvo sobre las aguas!. El hecho de que luego se hundiera es secundario, lo importante fue que estuvo andando sobre las aguas, a pesar de la lluvia, el viento y las olas. Mateo 14:22-29

Moisés frente al Mar Rojo también experimentó ese temor bien justificado: El ejército del Faraón se acercaba a gran velocidad y ellos (los israelitas), que habían salido de Egipto tenían un mar enfrente que les cerraba el paso, era una ratonera, los soldados egipcios ya se frotaban las manos pensando en la matanza que iban a hacer con los pobres judíos. Pero en ese momento con gran temor Moisés clamó a su Dios y Él le dio la salida. Al final, para ser breve, los judíos pasaron el mar Rojo en seco y los soldados murieron ahogados en él. En fin, cosas que solo Dios hace. Exodo 14:9-14

Naamán, el sirio, es otro ejemplo de fe nacida del temor. Este hombre rico, general del ejercito sirio, padecía una enfermedad incurable muy desagradable, la lepra, y eso, a la larga, le iba a privar de su puesto, de estar con su familia y amigos, perdería su posición social y al final su propia vida. El temor a perder todas esas cosas le llevó a acudir al profeta Eliseo en busca de sanidad. Lo que no sabía era que tenía que despojarse de todo su orgullo y rebajarse a las exigencias del profeta. Siete veces tenía que desnudarse y meterse en el rio Jordán, que seguramente en esa zona no discurría demasiado limpio o no era tan importante como los ríos de su tierra: “¡Los ríos Abaná y Farfar, que están en Damasco, son mejores que los de Israel! ¿No podría bañarme en ellos y sanarme?”.2 Reyes 5:9-14

gente desesperada entre la espada y la pared. Muertas de miedo pero que tienen fe y toman decisiones.

agárrate fuertemente al mástil de tu barca y aguanta la tormenta, y recuerda: esto también pasará.

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