los dos consiervos.
Había una vez un siervo que le debía a su Señor una gran suma de dinero, la deuda era tan grande que no podía pagarla por mucho que trabajara; así que su Señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos y todo lo que tenía para poder así saldar su deuda. Entonces rogó a su Señor que tuviera paciencia y le pagaría esa deuda tan grande. Su Señor tuvo compasión de él y de su familia, y le perdonó la inmensa deuda.
Cierto día este siervo, al que se le había perdonado tanto, vio a uno de sus consiervos, que le debía cierta cantidad y le agarró por el cuello exigiéndole que le pagara su deuda. El otro le rogaba que tuviera paciencia y le pagaría; pero este siervo despiadado se negó y lo echó en la cárcel hasta que pagara todo lo que le debía.
Cuando su Señor se enteró de lo que había hecho aquel siervo al que le perdonó la deuda mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le dijo—, te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”. Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
De la misma manera el Señor nos tratará a nosotros si no perdonamos de corazón a nuestros hermanos sus ofensas.
Este versículo es uno de los más duros de la biblia. Porque ¿Quién no ha tenido a veces alguna rencilla con alguien? No todos nos caen bien, hay personas que nos han herido, nos han maltratado o simplemente no son de nuestro agrado, pero ¿hay en nuestros corazones una raicilla de amargura.? Hebreos 12.15. ¿hay todavía dolor en nuestro corazón cuando nos acordamos de ellos? Esto es parte de tomar la cruz, es lo que Jesús dijo, no me lo he inventado yo. Por estas cosas muchos seguidores de Jesús decidieron dejarle, porque decían: ¡dura palabra es esta…! Y hasta hoy día el evangelio de la cruz no es tan popular
Pero de lo que no eran consciente es que esto y todas las exigencias del sermón del monte están escritas para que no tengamos otro remedio que caer de rodillas ante él y decirle de corazón. ¡Yo no puedo perdonar! ¡Ayúdame!. Y cuando Él ve esa actitud viene en nuestro socorro y nos da la gracia para poder hacerlo.
Jesús pudo decir a los que le crucificaban, escupían y maldecían, Padre perdónalos porque no saben lo que hacen. Y tú puedes decir: ya, claro él era Dios, pero recuerda que también vino como hombre. Y que nosotros podemos participar de la naturaleza divina: 2Pedro 1.3-4.
En el fondo, la cuestión es que, los que nos ofenden, nos persiguen, nos maltratan o nos maldicen sin razón, (porque si tienen razón entonces nos merecemos todo lo que nos hagan), realmente no saben lo que hacen, no saben que ellos mismos con la misma medida que miden serán medidos, que van a ser juzgados por sus palabras y sus hechos. Al final te dan pena.
Que tengas un precioso día libre de cargas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario